El machismo de la Fundéu es el machismo de la RAE. Pero ¿qué es la Fundéu?
A estas alturas, considero que no es necesario empezar la entrada explicando qué es la Fundéu, ya que siempre que se le hace a Google una consulta lingüística, su página aparece en los primeros resultados de búsqueda.
De todos modos, os la voy a presentar: Fundéu es la Fundación del Español Urgente, perteneciente a la Agencia EFE y asesorada directamente por la RAE.
Al respecto, hay varios asuntos que me tienen intrigada:
- ¿Por qué la preside el presidente de la Fundación BBVA?
- ¿Por qué se permite ostentar varios cargos a personas en un país con un porcentaje de paro que da vergüenza incluso mencionarlo?
- ¿Por qué el Estado da subvenciones a una fundación de una entidad bancaria
privada (un concepto que no comprendo) para que esta financie, a su vez,
una publicación diaria con recomendaciones lingüísticas?
Pero voy a ir al grano, que me disperso…
¿Cuál es el motivo de que hable hoy precisamente de la Fundéu y a qué viene el titular?
Muy sencillo. El consejo lingüístico que ha enviado hoy la Fundéu a los que estamos suscritos a sus recomendaciones es el siguiente:
«alargascencia, término válido»
Como muy bien sabéis, la RAE está empeñada en decir que solo ejerce de notario del pueblo, que su función no es prescribir, sino describir, y que por eso no puede eliminar palabras machistas del diccionario ni añadir términos que nadie use. Podría estar de acuerdo…, si fuese cierto.
Si fuese cierto que la RAE se limita a describir el uso de la lengua, ¿por qué ese empeño en salir en todos los medios de comunicación con publicaciones e incluso informes firmados en nombre de la Academia cada vez que un colectivo feminista o una institución pública edita una guía de lenguaje no sexista en la que, por ejemplo, se apremia a usar «niños y niñas» en los colegios? ¿Por qué ese empeño en salir vituperando a las diputadas o ministras cuando dicen «miembros y miembras» o «portavoza»?
En el informe Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer de Ignacio Bosque, que puedes encontrar con facilidad en internet, se indica en el segundo punto que dichas guías se han editado sin la participación de los lingüistas. En ese informe, el académico que lo redacta, un hombre, ha decidido qué es sexista y qué no lo es, confundiendo, además, género con sexo. ¿Es lo mismo, acaso, la mesa (que no tiene sexo, pero sí género) que la niña?
Como ejemplo, Bosque critica la propuesta de la guía de Comisiones Obreras de cambiar «permiso para acudir a la consulta del médico» por «permiso para acudir a la consulta médica». Por muchas vueltas que le doy, sigo sin descubrir dónde ve Ignacio Bosque el problema en decir «consulta médica». Los razonamientos de su informe son las típicas frases patriarcales de siempre, es decir, falacias machistas que no convencen a nadie.
Cabe preguntarse por qué el informe de Bosque solo ha sido firmado por tres académicas entre todas las Academias de la Lengua del mundo hispano. Tampoco resultaría una gran proporción de académicos varones los que la firman si pensamos en que son treinta en total, contando al autor, y solo la RAE en España consta ya de más de cuarenta miembros.
Algunos académicos de la RAE se pronuncian públicamente en contra del femenino e incluso recurren a la burla, que consideran razonada, tratando de ridiculizar términos que no se habían utilizado en femenino en el pasado por el único motivo de que la mujer no estaba representada en esas profesiones hasta hace pocas décadas, como alcaldesa, jueza y médica.

Reproduzco las palabras textuales de Vigara Tauste en su ensayo De igualdad y diferencias: diez estudios de género, con las que estoy de acuerdo al cien por cien: «¿Tiene sentido atacar el uso de jueza, alcaldesa, médica, etc. inventándose palabras como jóvenas, cantanta, responsabla, imbécila, términos que no tienen terminación de género en –o, por lo que nadie ha pedido un femenino para ellos? Tanto Pérez-Reverte como otros colegas suyos de la RAE, como Grijelmo y Martín, tratan de defender su postura intransigente ante el lenguaje sexista inventándose palabras innecesarias como juezo, oficialo, edilo, personos, monjos, curos. ¿Qué argumento es ese que necesita inventar un masculino a partir del femenino para ridiculizar la postura de las feministas cuando precisamente es el femenino el que se forma a partir del masculino, y no al revés? El femenino de doctora se forma a partir del masculino doctor, así que ¿dónde está la necesidad de decir doctoro?».
Asimismo, la Fundéu recomienda evitar los femeninos mientras no se haya generalizado su uso y que se sigan las indicaciones del diccionario Panhispánico de Dudas, pero, como se pregunta a continuación Vigara Tauste en su ensayo: «y si los evitamos (es decir, si no los usamos, sino que utilizamos otra u otras formas en su lugar), ¿cómo va a generalizarse su uso? (¿por arte de magia?). Es la misma contradicción que podemos experimentar ante el convencimiento, muy arraigado, de que no hace falta que cambiemos las palabras, porque ya cambiarán solas cuando cambie la sociedad: y si la sociedad ya tiene juezas, presidentas (desde hace tanto tiempo), y tanta gente se opone (sigue oponiéndose) con fuerza (que además no da lugar al olvido de la cuestión) al cambio de las correspondientes palabras juez, presidente, ¿cómo podremos creer eso? ¿Cómo van a cambiar las palabras si no las cambiamos nosotros, quienes las usamos? (¿solas?)».
Y, sin embargo, la RAE sigue aceptando con gran entusiasmo nuevos términos vejatorios contra la mujer como machoexplicación, porque, según se nos ha transmitido por medio de las recomendaciones de la Fundéu, ya tiene «cierto uso». ¿Está insinuando la RAE que el término machoexplicación se usa más a menudo que médica, jueza o arquitecta y, por ello, hay más motivos para aceptarlo? ¿Cree la RAE que el término machoexplicación es más necesario que presidenta o fontanera para la vida diaria? ¿Y el término que han recomendado hoy: alargascencia? ¿Cree la Fundéu que esa palabra es más necesaria que generala o bedela?
¿Cuántas veces en vuestra vida habéis oído la palabra alargascencia para que hoy la Fundéu recomiende su uso? ¿Y el sinhogarismo de hace unas semanas? ¿Y el término feminazi que tanto le gusta a sus académicos, aunque no lo haya recomendado la Fundéu? ¿Por qué insultar a un colectivo, al colectivo de personas que reclamamos los mismos derechos para las mujeres que para los hombres, añadiendo un prefijo que no usan jamás para los colectivos de ideología nazi? No es vejando a las feministas como van a conseguir los machistas que dejemos la lucha. Eso que lo tengan claro.
¿Es o no es una tomadura de pelo hacia las reivindicaciones feministas que se inventen palabras innecesarias y horrorosas fonéticamente, como machoexplicación, sinhogarismo y alargascencia, y carguen contra nosotras por decir miembra y portavoza?
Por todo lo dicho, insisto en que, según mi punto de vista, el machismo de la RAE y, por ello, el machismo de la Fundéu son más que evidentes.