Para redactar esta entrada de blog, me he basado en la siguiente entrada: https://thenovelsmithy.com/the-four-act-structure/
¿Qué es la estructura de cuatro actos?
En esta web hablo mucho de la estructura de tres actos, pero hace unos meses un lector amable me hizo esta pregunta y, bueno, me llevó por una madriguera de conejo de la que estoy intentado salir. Por increíble que parezca, la estructura de tres actos y la de cuatro actos no son primas lejanas, sino gemelas casi idénticas.
A pesar de ello, la estructura de cuatro actos me ha conquistado. Este esquema narrativo tiene mucho que ofrecer: es una guía muy útil para trazar el argumento y el ritmo, sea cual sea la fase del proceso de escritura en la que te encuentres. Así que voy a mostrarte por qué he decidido abandonar la estructura de tres actos en favor de su hermana de cuatro partes.
Introducción a la estructura de cuatro actos
El propio nombre de la estructura de cuatro actos revela mucho sobre su funcionamiento interno.
Si es la primera vez que oyes hablar de las estructuras narrativas (a veces llamadas estructuras argumentales), se trata de marcos comunes que los escritores utilizan para crear tramas cautivadoras. Cada una contiene sus propios puntos de giro y fases, pero todas persiguen el mismo objetivo: ayudarte a crear una novela con buen ritmo que los lectores no quieran soltar.
En el caso de la estructura de cuatro actos, esto se consigue a través de dos elementos principales:
- Actos: describen las distintas fases de una historia con buen ritmo. Por ejemplo, el primer acto de tu novela podría ser la presentación de la historia, mientras que el último se centraría en la resolución.
- Puntos de giro: son las escenas clave o giros narrativos que dan forma a la estructura de tu novela. Sirven para múltiples propósitos: desde atrapar al lector, hasta provocar que el protagonista pase de la reacción a la acción.
Estos actos y puntos de giro constituyen la columna vertebral de la estructura, ofreciendo la orientación justa para que no pierdas el rumbo, pero dejando espacio de sobra para que tu historia se desarrolle.
Veamos en detalle cada acto.
Etapas de la estructura de cuatro actos
Acto uno – La presentación (1–25 %)
El acto uno se dedica por completo a la presentación de tu historia.
Ocupa el primer 25 % de la novela y es donde presentas al protagonista, el escenario, el mundo de la historia y el conflicto principal. Esto prepara el terreno para el resto de la novela y garantiza que el lector tenga la información clave para comprender la trama.
Incluye cuatro puntos de giro:
- El gancho: la apertura de tu novela, que introduce un conflicto o una cuestión que capta la atención del lector y lo engancha.
- El detonante: hacia la mitad del primer acto, el detonante pone en marcha el conflicto. El protagonista suele estar presente, aunque no siempre. Es la chispa que enciende la trama.
- El suceso principal: justo después del detonante, el protagonista se ve implicado personalmente en la trama, aunque es probable que se resista al principio.
- El primer giro de la trama: cierra el primer acto con la decisión del protagonista de involucrarse en la historia. A partir de aquí, no hay marcha atrás.
Acto dos – El conflicto (25–50 %)
En este acto el protagonista afronta pruebas y retos, intentando adaptarse a la nueva situación y comprender el conflicto.
Por supuesto, en el segundo acto abundan los fracasos. El personaje aprenderá mucho, pero rara vez acertará a la primera. Tendrá que crecer y ampliar su visión del mundo antes de lograr avances.
En este segundo acto es cuando se presentan las subtramas, ya que este acto cuenta con solo dos puntos de giro específicos:
- El primer punto de inflexión: tu antagonista tiene su primera oportunidad para demostrar su poder. Debes aprovechar este punto de la trama para reforzar lo que está en juego en tu historia y para recordar a los lectores (y a tu protagonista) por qué esta historia es importante.
- El punto medio o segundo giro de la trama: marca el cierre del segundo acto. Es una situación en la que tu protagonista se enfrentará a su mayor prueba hasta el momento. Si la supera, pasará de reaccionar a actuar. Se sentirá seguro de sus habilidades y ganará confianza para afrontar los retos que le esperan.
Acto tres – La persecución (50–75 %)
En el tercer acto es donde la trama cobra impulso.
Tras el punto medio, el protagonista ahora confía en sus planes para resolver el conflicto de la novela. Por ello, el tercer acto se centra en la acción. El protagonista por fin ha comenzado a adaptarse a su nuevo mundo, lo que significa que ahora es el momento de poner en práctica todo lo que ha aprendido.
Por supuesto, no está totalmente a salvo.
A pesar de sus esfuerzos, hay problemas que persisten bajo la superficie, lo que hace que el tercer acto termine con una nota negativa. Esta «noche oscura del alma» trastoca los planes de tu protagonista, lo que le lleva a cuestionar sus objetivos y creencias, así como si es realmente capaz de tener éxito.
Incluye dos puntos clave, que preparan a tu trama para su desenlace:
- El segundo punto de inflexión: con el punto medio ya superado, tu protagonista se siente seguro, lo que significa que necesita un recordatorio de lo que está en juego. El segundo punto de inflexión sirve como ese recordatorio, mostrando el poder de tu antagonista y por qué tu héroe aún no puede relajarse.
- El tercer giro de la trama: este es el momento más oscuro de tu protagonista, así como el final del tercer acto. Experimentará una dolorosa derrota, lo que le llevará a cuestionarse tanto su trayectoria hasta el momento como lo que vendrá después. Esto prepara el escenario para el final de tu novela.
Acto cuatro – La resolución (75–100 %)
Por último, el cuarto acto lleva la estructura de cuatro actos a su conclusión.
Este acto se centra en dejarlo todo cerrado, en resolver el conflicto principal y en mostrar cuánto ha cambiado el protagonista. Tras el tercer giro de la trama, el héroe se sentirá inseguro, o tal vez esté dispuesto a rendirse. Si quiere llegar a su destino, tendrá que encontrar la fuerza para continuar contra viento y marea (a menos que siga una evolución argumental negativa).
Una vez encontrada esa fuerza, pasas a la resolución de tu novela.
Aquí es donde el protagonista se enfrentará al antagonista por última vez. Utilizando todo lo que ha aprendido a lo largo de la historia, tendrá éxito, lo que dará lugar a un final catártico en el que se mostrará cómo será su vida en el futuro.
En total, el cuarto acto cuenta con tres puntos argumentales:
- El clímax: marca el comienzo del final de tu novela, donde tu protagonista y tu antagonista ya no pueden evitarse el uno al otro. Tu protagonista decide enfrentarse de forma directa al conflicto principal.
- El momento culminante: aquí tu protagonista tomará la decisión final que determinará si triunfa o fracasa, lo que conlleva que se resuelva tu historia de forma definitiva.
- La conclusión: es el último punto de la trama de la estructura en cuatro actos. Aquí muestras las consecuencias del fracaso o triunfo de tu protagonista, quien tendrá que decidir qué rumbo tomará su vida a partir de ahora. Marca el final emocional de tu novela.
Comparación de la estructura de cuatro actos frente a la de tres actos
Entonces, ¿qué diferencia hay entre la estructura de cuatro actos y la de tres actos?
Son muy similares, pero la de cuatro actos añade algunas características clave:
- Cuatro actos:
- Acto 1 = El primer 25 % de tu novela, donde presentas los escenarios y a los personajes más importantes.
- Acto 2 = El segundo 25 %, donde tu protagonista se enfrenta a pruebas y tribulaciones antes de superar el punto medio.
- Acto 3 = El tercer 25 %, donde los planes cobran protagonismo.
- Acto 4 = El cuarto y último 25 % de la historia, donde el conflicto llega a su resolución.
- Tres actos:
- Acto 1 = El primer 25 % de tu novela, donde presentas los escenarios y a los personajes más importantes.
- Acto 2 = El 50 % central, donde tu protagonista se enfrenta a pruebas y tribulaciones, supera algún punto medio y comienza a abordar el conflicto con más determinación..
- Acto 3 = El último 25 % de la historia, donde el conflicto llega a su resolución.
Como puedes ver, la estructura de tres actos combina los actos segundo y tercero en un solo acto más amplio centrado en el punto medio. Por el contrario, la estructura de cuatro actos lo divide en dos.
Esta es la verdadera diferencia entre estas dos estructuras.
Aunque ambas tienen la misma forma básica, la forma en que la explican es única. La estructura en tres actos da por sentado que los escritores comprenderán que el punto medio mueve al héroe de la reacción a la acción, mientras que la estructura en cuatro actos no se anda con rodeos. En lugar de esperar que ya lo sepas, la estructura en cuatro actos etiqueta de forma explícita estas dos fases, correspondiendo el segundo acto a la reacción y el tercer acto a la acción.
Entonces, ¿por qué existen estas dos estructuras narrativas?
En gran medida, se reduce a una cuestión de preferencias. Algunos escritores se sienten más cómodos con la estructura de tres actos que con la de cuatro, o viceversa. El amplio espacio que ofrece la estructura de tres actos puede resultar liberador para algunos, mientras que otros aprecian la orientación más detallada de la estructura de cuatro actos.
Por otra parte, algunos géneros encajan mejor con determinadas estructuras. Por ejemplo, las novelas de misterio contienen una variedad de tropos y convenciones del género que se ajustan de forma ideal a la estructura de cuatro actos, lo que las hace más fáciles de explicar.
Cómo aplicar la estructura de cuatro actos
En última instancia, independientemente de la estructura narrativa que planees utilizar, ponerla en práctica es siempre la parte más difícil. Por eso, permíteme compartir contigo algunos consejos finales para aplicar la estructura en cuatro actos a tu novela.
Para empezar, lo primero que debes hacer es definir los puntos principales de la trama. Esto incluye el primer punto de la trama, el punto medio, el tercer punto de la trama y el momento culminante. Estos cuatro puntos de la trama definen los actos de la estructura en cuatro actos, lo que significa que necesitarás un plan sólido para cada uno de ellos a fin de garantizar que la trama vaya en la dirección correcta.
- Identifica los cuatro puntos clave: primer punto de la trama, el punto medio, el tercer punto de la trama y el momento culminante.
- Presta especial atención al punto medio, pues marca la transición de la reacción a la acción.
- Recuerda que la estructura es solo un marco: úsala para proyectar, escribir o revisar, pero la historia siempre será tuya.
Sea cual sea la que elijas, contar con un esquema narrativo te ayudará a dar vida a tu historia. 🙂
📚 Estructura de cuatro actos – Resumen visual
Acto | % de la historia | Objetivo narrativo | Puntos clave |
Acto 1 – Presentación | 1–25 % | Presentar al protagonista, el escenario y el conflicto principal. | 1️⃣ Gancho – captar la atención. 2️⃣ Detonante – inicia el conflicto. 3️⃣ Acontecimiento principal – el protagonista se ve implicado. 4️⃣ Primer giro de la trama – el protagonista decide involucrarse, sin marcha atrás. |
Acto 2 – Conflicto (reacción) | 25–50 % | El protagonista reacciona y afronta pruebas, aún sin control total. | 1️⃣ Primer punto de inflexión – el antagonista muestra su poder. 2️⃣ Punto medio – gran prueba que cambia la actitud del protagonistas: pasa de reaccionar a actuar. |
Acto 3 – Persecución (acción) | 50–75 % | El protagonista actúa con confianza, pero surgen obstáculos graves. | 1️⃣ Segundo punto de inflexión – recordatorio del peligro. 2️⃣ Tercer giro de la trama – derrota del protagonista. |
Acto 4 – Resolución | 75–100 % | Resolver el conflicto y mostrar el cambio del protagonista. | 1️⃣ Clímax – El protagonista se enfrenta al conflicto principal. 2️⃣ Momento culminante – decisión final que determina el resultado. 3️⃣ Conclusión – consecuencias y cierre emocional de la historia. |
💡 Pistas para usarla
- Los cuatro puntos clave que definen los actos son el primer giro de la trama, el punto medio, el tercer giro de la trama y el momento culminante.
- El punto medio es crucial: marca el paso de la reacción a la acción.
- Puedes adaptarla a cualquier género; es especialmente útil en tramas de misterio, aventuras y romance.
Y ahora te estarás preguntando: «¿Por qué me ha soltado todo este rollo Rosina?».
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